Después de unos meses, demasiados para nosotros, por fin tenemos aquí la entrada de la segunda parte del "palancanero" de la yaya.
Con todos los agujeritos que nos dejó la carcoma ya tapados, el mueble lijado de nuevo y barnizado con dos capas de barniz de color para proteger la madera y devolverle brillo y color, sólo nos faltaba rematar con los últimos detalles.
Queríamos mantener todos los componentes originales del mueble pero, por desgracia no ha sido posible. Como se aprecia en la foto, el contrachapado de la parte trasera del espejo y de la base de la balda estaba en muy mal estado tanto por la carcoma como por la calidad de la madera.
Así que sustituimos las originales por unas nuevas. Tomamos las medidas de las piezas antiguas y las cortamos exactamente iguales a las originales:
A continuación, quitamos las imperfecciones con una lima y después rebajamos con lija para madera, para proceder a darle un par de capas del mismo barniz color que utilizamos en el mueble.
Pero una vez se secó y absorvió el barniz la pieza de detrás del espejo, tuvimos un pequeño contratiempo:
El contrachapado, al ser un material tan endeble, se había doblado hacía dentro. Tratamos de ponerle solución con el peso de la sabiduría:
Pero la verdad es que no hizo mucho, por no decir que nada, así que pasamos al plan B: pondríamos más clavos para sujetarla por los laterales y dejar que el tiempo haga su trabajo. Y así nos quedó:
Después fijamos la pieza de la balda. Primero la sujetamos con dos grapas para poder clavar los clavos mejor.
Y después, con la ayuda de unos alicates, clavamos la pieza.
Esta vez, tras el contratiempo de la otra pieza, pintamos después de clavar el contrachapado y así evitamos que se nos doblara también esta pieza.
Una vez terminado el mueble, pasamos a los recipientes. Si recordáis de la primera entrada, había una foto en la que se apreciaba como tenían bastantes golpecitos oxidados (aquí).
Tras estudiar las distintas posibilidades que teníamos, decidimos mantener su estado actual. Para ello, intentamos sanear de óxido al máximo, lijando la superficie con lijas al agua para metal. Después le dimos una capa de barniz transparente para proteger los metales y listo:
Y tras una limpieza a fondo de todos sus componentes, por fin teníamos nuestro palancanero terminado:
Y ahora a ocupar su nuevo lugar, sintiéndonos orgullos de haberle dado una nueva oportunidad a este fantástico mueble olvidado.
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